6.7.07

HOOLIGANS DE LA RDA

Los años 80 sirvieron para confirmar la eclosión en el mundo del fútbol de un fenómeno importado, como el propio deporte, de las islas británicas. Los grupos de fanáticos organizados, jóvenes y en ocasiones violentos, ya se conocían desde fecha tan remota como la década de 1930 con el sobrenombre de 'hooligans', si bien en Inglaterra no fue hasta finales de los 60 cuando su movimiento empezó a mostrar las dimensiones que después le harían famoso. Poco a poco, se fue poniendo de moda que los fondos de los estadios se poblaran de 'ultras', o en Italia de 'tifosi'. En España su irrupción constituyó una consecuencia indirecta del Mundial de 'Naranjito'.



Pero al otro lado del Muro, que no era tan impermeable para ciertas modas y tendencias como para las propias personas, también terminó por calar el 'hooliganismo'. Como el rock o el punk, la RDA vivió su ola 'ultra' con retraso. Y cabría decir que con ciertas características autóctonas que lo hicieron muy particular.

Como es sabido, a lo largo de los 80, la dictadura comunista férreamente impuesta por el partido único (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands, SED)



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20.6.07

EL DÍA EN QUE YUGOSLAVIA SE ROMPIÓ EN UN ESTADIO

Cuando aún siguen encontrándose huellas del hediondo choque de nacionalismos contrapuestos que padecieron los Balcanes durante la primera mitad de la década pasada, no está de más volver la vista atrás para recordar dónde empezó todo. Sería de nimios afirmar que la guerra -o guerras, en plural- que desgajó la antigua Yugoslavia como una naranja se debió a un partido de fútbol. No hace falta abundar en los muchos motivos que se coaligaron para desquiciar la situación en aquella desdichada esquina de Europa, pero los que siguen suponen algunos:

-Descomposición absoluta del sistema comunista, del cual en realidad no participaba directamente la Yugoslavia titista (era un 'país no alineado'), pero que contagió las ganas de cambio a muchas 'nacionalidades' dormidas -croatas y eslovenos principalmente- y la resistencia a los mismos de otra: Serbia. Bosnios, macedonios, kosovares y voivodinos también participarían de la gran bacanal de sangre y fuego que estaba a punto de empezar.

-Un partido, el comunista, dirigido desde Belgrado por un nacionalista pan-serbio como Miroslav Milosevic, que dilapidó la aparente 'armonía' entre los pueblos eslavos del sur (léase Yugoslavia) forjada durante las décadas previas bajo la égida del Mariscal Tito.

-Las primeras elecciones multipartitas que se celebran tras casi medio siglo en la República Socialista de Croacia -'Socijalistička Republika Hrvatska', denominación oficial como estado integrante de Yugoslavia-, se saldan en la primavera de 1990 con la victoria de los pro-independentistas, acaudillados por Franjo Tudman. El 'Muro de Berlín' había colapsado por ruina moral y económica sólo unos meses antes. A las banderas de Europa del Este se le estaban cayendo las hoces y los martillos.

Una semana después del inesperado batacazo comunista en las urnas, el 13 de mayo se enfrentan en uno de los últimos partidos de la 'Prva Liga' los dos gigantes del balompié balcánico -con permiso del Partizán-: el Estrella Roja de Belgrado, casi con el título en el bolsillo, viaja ese domingo hasta Zagreb para rendir visita al Dinamo, su más asiduo y odiado rival. Entre los visitantes brillaba una pléyade de nombres conocidos: desde Robert Prosinecki -croata-, al máximo goleador de aquella campaña, Darko Pancev -macedonio- o el nacido rumano Belodebic. Por los locales despuntaba un jovencísimo Zvonimir Boban y su imberbe socio de vanguardia, Davor Suker.

Los serbios llegaron al duelo escoltados por unos 3.000 radicales, al parecer patrocinados y liderados por Zeljko Raznjatovic, uno de los matones más odiados de los bajos fondos belgradenses y que devendría en 'señor de la guerra' durante el conflicto que estalló sólo dos años después. Su apodo: 'Arkan'. Las escaramuzas entre los 'Delije' (tíos duros, o héroes, en serbio), peña del Estrella Roja, y componentes de los 'Bad Blue Boys' del Dinamo se sucedieron a lo largo del día en distintos puntos de Zagreb. Por supuesto, en la misma cazuela salpimentaban los ultras su antagonismo deportivo con dosis de hostilidad política... Demasiado para no provocar una digestión difícil.

Así llegó el momento del partido en el 'Maksimir Stadion', con cabida para unos 30.000 aficionados. A falta de una hora para el silbatazo inicial, entre 15.000 y 20.000 hinchas se distribuían por sus gradas. En un fondo, los 'BBB'; en sus antípodas, los 'Delije'. Estos últimos encienden la mecha con cánticos de "Zagreb es serbia" o "Te asesinaremos, Tudman". Enfrente responden con lemas de parecida tenor pero opuesta letra. El ambiente se caldea. En ese instante, los radicales del Estrella Roja comienzan a arrancar vallas publicitarias y asientos y los lanzan contra los seguidores locales más cercanos. La policía, mayoritariamente serbia, no actúa. Los 'BBB', indignados, pasan a la acción. Los preliminares de un simple partido de fútbol rozan la batalla campal de magnitudes inciertas. Ahora ya lo de menos es el deporte: ¿cómo se puede evitar la tragedia? Los jugadores del Estrella Roja se refugian en los vestuarios.

Los hasta ese instante pasivos agentes del orden cargan contra los ultras del Dinamo cuando éstos saltan al terreno de juego con intención de cruzarlo y atacar a sus homólogos de la capital, "invasores serbios" que profanan el "suelo sagrado" del Maksimir. Son necesarias porras de madera, refuerzos con coches acorazados y cañones de agua. Desde las gradas, los fanáticos del anfitrión responden con bengalas al tiempo que esgrimen la ilegal bandera croata y su escudo ajedrezado. Mientras tanto, los serbios atacan con cuchillos a los pacíficos espectadores locales que los rodean. Los gases lacrimógenos -utilizados desesperadamente por la policía- surten su efecto y vacían el núcleo de los 'BBB'.Un colchón arde sobre el tartán que rodea la cancha. Tras una hora de disturbios, un silencio trágico reina en el estadio. Varios centenares yacen a uno y otro lado, heridos por arma blanca, policontusionados o intoxicados al inhalar gas policial.

El partido finalmente no se jugó, aunque sí hubo un puntapié famoso aquella tarde. No se lo propinó ningún futbolista al balón... sino a un policía. Entre la marabunta previa, Boban golpeó en incómodo escorzo a un agente que apaleaba a un 'BBB' encogido sobre el césped (patada luego inconscientemente repetida por Eric Cantoná con la cabeza de un seguidor del Crystal Palace como diana). "Allí estaba, una cara conocida preparada para arriesgar su vida, carrera y todo lo que la fama pudiera implicar... todo por una causa, un ideal: Croacia", proclamaría más tarde el talentoso futbolista. El agente que recibió su patada no era serbio, sino bosnio, y al cabo de los años le perdonaría.

Contra Boban se abrió inmediatamente un archivo policial. Fue visto como un héroe en Croacia y un villano en Serbia. Sería condenado a seis meses de sanción deportiva que le impidieron defender los colores de Yugoslavia en Italia'90 -sí, la selección que apeó a España de los cuartos de final-. Por su parte, el fútbol yugoslavo, como el propio estado, recibieron un golpe fatal aquella tarde primaveral en Zagreb. La 'Prvo Liga' sólo se disputaría una temporada más con participación croata y eslovena, y a partir de entonces iría restando participantes hasta la última escisión montenegrina de Serbia, en 2006. Aquella liga 1989/90 reposa hoy en las vitrinas del Estrella Roja, que al año siguiente repetiría con el último gran torneo doméstico de los Balcanes, y que además levantaría la Copa de Europa al cielo de Bari contra el Olympique marsellés. Ese mismo verano, Croacia y Eslovenia se declaraban independientes. Unos meses después comenzaba la guerra. Pero esa ya es otra historia. ¿O no?

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"El partido que nunca se jugó será recordado, al menos por los aficionados al fútbol, como el inicio de la Guerra Patriótica, y casi todos los que lo vivieron coinciden en señalarlo como una clave para la causa croata", se leía en el 15 aniversario de la algarada en el diario 'Vecernji List', de Zagreb. La batalla del Maksimir continuó hasta 1995 en las trincheras. Muchos 'BBB' y 'Delije' volverían a verse las caras, esta vez como miembros del Ejército de Croacia y los paramilitares serbios de 'Arkan', respectivamente. Hoy, un monumento a las puertas del estadio recuerda a los 'Bad Blue Boys' caídos por Croacia y sus compañeros los evocan cada 13 de mayo en una conmemoración revestida de patriotismo. Por su parte, desde Belgrado insisten en acusar a los croatas de haber preparado el incidente. Hay heridas que tardan en cicatrizar.

19.6.07

EL ESTADIO DEL MERCADILLO

Polonia, por tamaño e importancia demográfica, supuso el más grande de entre los países satélite que orbitaron alrededor de la URSS. Traducida a términos balompédicos, empero, su importancia fue puntual, bastante irregular y, en cualquier caso, claramente protagonizada por aquella selección nacional que rozó la gloria en los Mundiales de la RFA'74, Argentina'78 y España'82. Pues bien, entre los estadios 'nacionales' del otro lado, el de Varsovia tal vez constituyera un ejemplo de lo que sucedió a nivel arquitectónico en el fútbol de la Europa comunista: estadios enormemente fríos, grises, alejados de la realidad y el tiempo en que fueron creados. Tres epítetos que perfectamente podrían haber sido aplicados para el sistema político que los alumbró.

Perennemente rodeados por el tartán de un atletismo que nunca terminó de arrancar -y que en los partidos importantes se poblaba de uniformes remotos y atemorizadores asidos a perros simplemente atemorizadores-, los campos de la URSS, Hungría, Bulgaria o Polonia compartían varios rasgos. Muchos de ellos, los encontramos aún hoy en el 'Stadion Dziesięciolecia' varsovita.

1. Forma ovalada, condicionada por la presencia de las ocho calles atléticas en el perímetro de la cancha de fútbol.

2. Sin techo. Las inclemencias del tiempo no debían suponer un obstáculo para aquellos que deseasen animar a la selección 'del Pueblo'.

3. Comodidad, en íntima relación con el punto antedicho, mínima -bancos corridos de madera-. Nula, en los muy abundantes días y noches en los que las temperaturas caían bajo cero y los copos teñían de blanco el pasto y, de paso, a futbolistas y espectadores.

4. Complicación arquitectónica inexistente. Construcción barata hasta el paroxismo y la cicatería. Inconvenientes de abrazar una economía planificada absolutamente desquiciada y ruinosa...

5. Doble función como estadio deportivo y magno escenario de la realización de eventos de masas para mayor gloria del Partido y los trabajadores. En principio podía albergar a 71.008 camaradas, si bien la fe en el dogma leninista llevó en algunas galas y festividades a más de 100.000 polacos hasta sus gradones.

El nombre, que traducido al español equivaldría a 'Estadio del Décimo Aniversario', alude a la conmemoración de la primera década transcurrida tras el levantamiento de Varsovia, de 1944. Simbólicamente, algunos de los materiales con los que se levantó el estadio procedían de las ruinas de aquel intento por parte de la capital polaca de acelerar la retirada de las tropas nazis ante la más que próxima llegada desde el Este del Ejército Rojo soviético.

Inaugurado en 1954, se convirtió en el recinto deportivo más importante de Polonia y el que albergaba las citas de su combinado nacional de fútbol o los encuentros más resaltables de los clubes de la capital en torneos continentales. A medidados de los ochenta entraría en barrena -"debido a problemas técnicos", según la Wikipedia- y despojado de su sentido deportivo, adquiriría con el tiempo uno mucho más extraño: utilizar sus paredes exteriores como anillo interno de un mercado de pulgas, artículos de segunda mano y falsificaciones de marca. Un rastrillo o zoco.

Con vistas a la Eurocopa de 2012, a co-celebrar por polacos y ucranianos, las autoridades de Varsovia contemplan una reconstrucción absoluta que levante en su solar un moderno complejo para 70.000 espectadores cómodamente sentados. Y esta vez, bajo techo.

13.6.07

Al otro lado del 'balón de acero'

Hace ya varios años que se publicó el libro "Behind the Curtain: travels in Eastern European Football". Aunque todavía no lo he podido leer, me soprendió que alguien fuera tan o más friki que un servidor y se lanzara a la investigación de un asunto tan sumamente minoritario y olvidado como fue el fútbol en las dictaduras del proletariado europeo. Y sobre todo... ¿quién sería el lumbreras que le editaría el libro?Esta web tratará de seguir el mismo viaje -o parecido- por rutas que ya se han borrado, estadios que se han reconstruido o derruido y naciones que ya no existen.

¡Bienvenidos!